La ansiedad es el miedo a no ser suficiente, a no defraudar a la gente; sientes que te estás quedando atrás, que no llegas, que el tiempo pasa y no has alcanzado las metas que te has propuesto.
La ansiedad te impide disfrutar del momento; en lugar de disfrutar de lo que tienes ahora, te preocupas más por lo que pueda pasar en el futuro. La ansiedad se mete en tu cabeza y no hay manera de soltarla.
Dicen que la solución está en ponerse metas más sencillas, pero eso no funciona ya que la misma ansiedad te impide llegar a esos pequeños objetivos que te has propuesto y eso te provoca aún más ansiedad.
El síndrome del impostor te hace creer que todo lo que estás consiguiendo gracias a tu trabajo y es fuerzo lo has logrado gracias a la suerte, a las circunstancias o a las personas que te rodean. Tu trabajo no ha sido para tanto...
Procastinar nos lleva al sumum de la ansiedad ya que el hecho de no hacer nada nos provoca aún más ansiedad.
Pero... ¿podemos gestionar esta ansiedad? Puedes hablar con personas que también sufren de ansiedad o con la que tengas la suficiente confianza para hacerlo, pero no es tan fácil, porque el que sufre de ansiedad siempre piensa que está molestando, o que de alguna manera "sobra". Lo peor que puedes decirle a una persona que sufre ansiedad es que es que no debería sentirse como se está sintiendo porque ellos creerán que no tienen derecho a sentirse así. De este modo sólo lograremos que esta persona calle y se encierre más en sí misma ya que le estamos haciendo creer que es una exagerada y que sus problemas no tienen la más mínima importancia cuando, en realidad, están al borde del abismo.
La ansiedad llega en el momento en que menos te lo esperas: cuando te sientes feliz y satisfecho contigo mismo pero ves que tu esfuerzo y trabajo no se ve recompensado, cuando te piden más, cuando te exigen más y tú sabes que no puedes hacer más.
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